Ella solía temerle a las lluvias,
decía que en el mar
cada trueno se hace escuchar
como los mil tambores
que anteceden a la muerte.
En un principio lo pensé
como supersticiones de su pueblo,
una antigua civilización del Brasil,
pero con el tiempo fui aprendiendo
un poco sobre tristezas
y fue al descubrir
que su padre había muerto
una noche de tormenta.
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